En más de una ocasión, ha llegado a mis oídos algunos comentarios que me hacen pensar que existe un gran desconocimiento y una gran confusión respecto a la profesión de la Psicología y en particular al proceso psicoterapéutico.
Marta le dijo un día a Susana: “el médico me ha aconsejado que vaya a un psicólogo, pero ni que estuviera yo loca”. A lo que Susana, le contestó “hombre locos yo diría que estamos todos, pero las terapias esas no creo que sirvan de nada”. Raúl, que llegó oportuno añadió “chicas, yo estoy con vosotras, que te van a decir que tú ya no sepas, o que te van a hacer para que cambies. Las personas somos como somos y no cambiamos”
Cierto es, que aunque no puedo explicar con precisión en que consiste un proceso psicoterapéutico, sobre todo si tengo en cuenta la diversidad de corrientes teóricas que existen y las distintas maneras que tienen los profesionales psicólogos de abordar el proceso psicoterapéutico, y los distintos procesos personales que llevan a cabo las personas que acuden a tratarse, si puedo desmitificar que la terapia sea para “locos” y que esté relacionada con la inutilidad.
Aunque cada vez más, vivimos con más normalidad acudir al Psicólogo para realizar un trabajo personal, todavía hoy día existe desconocimiento y mitos que giran en torno a la Psicoterapia. Otro mito común, y esta vez sobrevalorando la capacidad del profesional, e infravalorando la del que viene a terapia, es la creencia de que el profesional va a decirle o hacerle algo al otro con la finalidad de resolver sus problemas, como si una barita mágica tuviese o una pócima curativa pudiese emplear. Hay quien cree además, que como no existen las soluciones rápidas, acudir a un Psicólogo es una pérdida de tiempo y dinero.
La psicoterapia es un proceso, es decir que requiere un tiempo para que la persona aprenda a responder a las dificultades de manera más funcional y utilice los recursos necesarios para salir del malestar. El proceso psicoterapéutico, precisamente, pretende que el paciente utilice esos recursos que quizás desconoce o no sabe usar. Algunos terapeutas los proporcionan más directamente, otros prefieren ser una guía y que sea el propio paciente quien los descubra… pero en ningún caso, será posible obtener resultados satisfactorios, sin la colaboración del que acude. Los cambios, para que puedan ser efectivos requieren la implicación de la persona que hace terapia y de su paciencia para verlos aparecer gradualmente.
La persona que acude a terapia lo puede hacer por muchos y diversos motivos. La práctica de la psicoterapia (sea cual sea la línea de trabajo) es indicada para todas aquellas personas que experimentan malestar o sufrimiento continuo y repetitivo, influido por factores internos (su propia psique) y/o factores externos (dificultades económicas, etc.). Pero no solo la terapia sirve para resolver problemas, algunas terapias por ejemplo en la línea humanista, también están indicadas para que la persona se conozca mejor o potencie su fortaleza psicológica (capacidad para tomar decisiones, destrezas para relaciones interpersonales, energía para afrontar situaciones difíciles, etc.). Por tanto, tampoco es necesario estar padeciendo para iniciar una terapia, sino que también se puede realizar para llevar a cabo un autoconocimiento y un crecimiento personal.